“Desarrollar un hábito es un acto voluntario que a través de la repetición y motivación se puede lograr. Es importante que sea un proceso sistemático durante un tiempo prolongado hasta que se adquiere. Se hace más fácil desarrollarlo cuando es la misma persona quien está trabajando por ello y su complejidad aumenta cuando son diferentes personas quienes desean crearle el hábito a otra persona, sobre todo si esta no lo desea o no muestra interés. El ambiente que rodea a la persona es indispensable para este desarrollo de hábitos y todas las esferas que se encuentran alrededor de la persona: su hogar, su lugar de trabajo o estudio, el material que posee, las actividades que realiza y por supuesto, la persona en sí.
Desarrollar el hábito de lectura es la misma tarea que se realiza al desarrollar cualquier hábito. Es necesario que la persona desee adquirirlo y tenga un ambiente lleno de oportunidades que lo provoquen. En Guatemala, son pocas las oportunidades que tienen los estudiantes que les ayudan a fomentar el gusto por la lectura y los resultados tan bajos a nivel nacional lo demuestran. La Dirección General de Evaluación e Investigación Educativa -DIGEDUCA-, ha evaluado a los estudiantes de primaria, ciclo básico y diversificado, evidenciando que solamente en primero y tercer grado de primaria, uno de cada dos estudiantes alcanza el nivel esperado; en los demás grados, la cantidad de estudiantes que lo alcanza disminuye
Pocos docentes cumplen con los pasos del aprendizaje significativo al impartir sus clases en un inicio, intermedio y finalización, tal y como lo pide el Curriculum Nacional Base -CNB- del país, (del Valle y Castellanos, 2011). Esto los lleva a no tener evidencia de una motivación o una evaluación, de parte del docente, que afiance lo que está enseñando. El período de lectura no es una prioridad en el horario escolar, sino que es una competencia a lograr dentro del área de Comunicación y Lenguaje, exclusivamente en primaria. En grados superiores, la materia deja de existir y se transforma en Literatura, en donde se trabajan otras áreas y contenidos específicos, esperando que para estos niveles, el estudiante ya haya dominado dicha competencia.
Aún así, desarrollar el hábito de la lectura es un proceso fundamental que todo docente debe realizar. Un estudiante que lee mejora su cultura, ayuda al desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje, mejora las relaciones humanas, da facilidad para exponer el propio pensamiento, posibilita la capacidad de pensar, agiliza la inteligencia, aumenta el bagaje cultural, amplía los horizontes en tiempo y espacio, estimula y satisface la curiosidad intelectual y científica, despierta aficiones e intereses, desarrolla la capacidad de juicio y análisis, fomenta el esfuerzo, potencia la capacidad de observación, atención y concentración; facilita la recreación de la fantasía y el desarrollo de la creatividad, deja huella, permite al lector crear y recrear lo que lee, favorece el desarrollo de las virtudes morales, potencia la formación estética y educa la sensibilidad (Lomas, 2002), entre otras actividades.”.
FUENTE: M.A. MARÍA JOSE DEL VALLE
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